Todavía con el mínimo de alumbrado y de sol a sol se va restaurando en Torre Juana poco a poco todo lo pequeño: bancos, bebederos de pájaros, pequeñas mesas exteriores y la cocina exterior. Es una verdadera cocina pensada para hacer guisos, mucho más que un paellero. Adaptable con dificultad a lo que hoy llamamos “barbacoa”.
Solo las personas le dan sentido a las cosas. Y la restauración sin gente quizás sea algo meramente artificial. Hemos tenido la suerte de hacer una convocatoria a la que han respondido más de medio centenar de amigos dispuestos a compartir la experiencia de un espacio que inspira sensibilidad, creatividad… Y también, y esto es lo que hemos comprobado, que motiva amistad, conversación, generación de ideas… Gracias una vez más a todos. Especialmente a ti, profesor.
Fotos de Pascual G. R.