Motivo de alegría es disfrutar de las cosas sencillas. Más abajo está la foto de la primera sandía cosechada en Torre Juana. De un tamaño impresionante. Pero hemos aprendido dos cosas.

  • Una que el tamaño y la apariencia no es tan importante. La sandía una vez abierta nos ha decepcionado. Una corteza desproporcionada, un color no natural y un sabor que deja bastante que desear. Pobre resultado tras haber cuidado ecológicamente las plantas y haberlas regado diariamente con “agua del grifo”. Y es que la ·ingeniería” que se está haciendo nos va a llevar a engendros de cuidado. Eso de las sandías sin pepitas será muy cómodo, pero al final no sabemos si realmente comeremos sandías. La agricultura ecológica debería hacer un esfuerzo en recuperar semillas de antaño.
  • Dos, el  precio. La sandía cultivada en Torre Juana sale de coste a casi el doble del precio de compra en un supermercado cercano.  Y eso que hemos afinado en el low cost. Sin agua de riego…. una ruina.

 

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Impresionante tamaño y aspecto exterior…

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Pero la corteza exagerada, el color no muy bueno, y el sabor que no parece sandía… (y eso que ha sido creada ecológicamente)

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